Este mes se cumplen quince años de la llegada de un ángel a las Marismas del cielo. Un ángel que convivió en Jerez con la enfermedad y que con su corta edad unió los corazones de cristianos, rocieros y cofrades. Aquel ángel jerezano inspiró una de mis editoriales, y hoy, ya casi cerrando el décimo quinto aniversario que en este 2024 celebra Periódico rociero, vuelvo a compartiros.
Me consta la que has liado, María. No te puedes hacer una idea de lo que estos dos años has conseguido. Seguramente más de lo que hubieran soñado realizar cualquiera de las legislaturas que han llevado las riendas de la Hermandad de Jerez desde su Fundación.
A veces se nos olvida lo más importante: la ORACIÓN y tú, luchadora con tu enfermedad con tan solo cuatro añitos, has logrado que toda una Hermandad entera se hiciera Oración contigo y las súplicas volaran desde Jerez hasta el cielo implorando tu sanación.
Y fíjate, que hasta me atrevo a afirmar que se ha conseguido. Tu corazón ha llegado sano y salvo a los umbrales de unas Marismas que te son conocidas, porque en la tierra gozaste de la réplica que los mismos ángeles vinieron a realizar, allá en la Aldea del Rocío.
Puedes darte por satisfecha: hay muchísimas personas que han rezado por ti. Primero aquellas que han tenido el regalo de conocerte, pero también lo ha hecho gente que, sin conocerte siquiera, sin haberte visto nunca, se sintieron unidos a tu causa, a las súplicas de tus padres y tus seres más queridos, y se organizaron vigilias de oración, Misas en las que no faltaron peticiones por ti y el cariño de tu Hermandad que no quiso cantar Villancicos a finales de noviembre y suspendió la Zambomba hasta que tú te pusieras buena y ha vuelto a suspender la segunda porque la Hermandad de Jerez está de luto y no se resiste a quedarse al margen del dolor que le produce tu ausencia.
A mí me ha dado por pensar que los ángeles tenían prisa por estar contigo. Algo especial debías tener para revolucionar el cielo desde la tierra como lo has hecho, y eso no les ha pasado desapercibido. Y te llamaron y tú, María, que sabes del lenguaje de los ángeles, has partido con ellos que te han llevado en sus alas hasta los pies del Pastorcito y el Pastorcito también te ha dado alas a tu llegada para que, a partir de ahora, seas el Ángel de la Oración de tu familia, de tus amigos, de tu Hermandad de Jerez y correspondas con tu intercesión a aquellos que intercedieron por ti.
Has sido afortunada por la familia que has tenido. Te han rodeado de ternura y te han hecho un colchón de plegarias en el que descansarás eternamente.
Ahora Jerez entrará con más luz en el Rocío porque tú serás una pequeña lámpara que esté siempre encendida desde que la carreta de la Hermandad salga de Santo Domingo y vuelva de regreso, rodeada de romeros, de haber visto a la Virgen de sus amores.
Esa carreta de la que tu padre tendrá que seguir tirando para salir esperanzado de las arenas de esta vida que también tiene tramos con cerros más difíciles de superar, que el del Trigo o el de los Ánsares.
Y lo superará, porque al principio y al final tu luz no va a faltarle a los tuyos en sus corazones y tu sonrisa les dará fuerzas para seguir caminando.
Gracias, María, por habernos unido en la oración.
Descansa en Paz.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es
