El rincón de pensar es el lugar al que ahora se envía a los niños cuando se han portado mal.
Antes, los padres daban un cachete o castigaban a sus hijos para hacerles caer en la cuenta de que lo que no habían hecho bien no podía repetirse. Ahora, todo ha cambiado tanto, que para no violentar a los niños ni crearles traumas se les manda “al rincón de pensar”.
Y ese rincón debería ser ocupado también por los adultos, no solo por los niños. Al rincón de pensar deberíamos acudir de vez en cuando y dedicarnos un tiempo que nos sirva a nosotros para saber por dónde está realmente nuestro corazón. En qué hemos puesto nuestras metas. Cuáles son nuestras prioridades.
No vale solo con decir que somos católicos y que somos rocieros, los más católicos y rocieros del mundo, no. Eso no sirve de nada si no nos conduce a una necesidad de cambio y si no nos lleva a dar pasos para conseguir ese cambio.
El rincón de pensar, convertido en oración, puede abrirnos caminos nuevos, con los imprevistos de cualquier camino, pero con el aval de la Virgen del Rocío, que es nuestra intercesora, y nos llevará a poner en práctica el amor y los frutos inequívocos del amor, que empiezan por el respeto a los demás, la tolerancia, la defensa de la justicia, la construcción de la paz y la fe.
En el rincón de pensar, con la luz de la Virgen llenando los vacíos y aniquilando oscuridades, nos daríamos cuenta de cuán pequeños somos, y de cómo a pesar de nuestra pequeñez somos predilectos para Dios, que hace de nuestra miseria cosas grandes.
No actuemos a la ligera, sin ver primero las consecuencias que podría acarrearnos a nosotros y a los demás. Actuemos poniéndonos primero en las manos de la Virgen del Rocío, pidiéndole protección y acierto en nuestros pasos, rogándole su ternura y su misericordia. Después, de su mano, todos los caminos pueden recorrerse con confianza, con la mejor garantía que podemos tener para ir superando retos y alcanzando metas.
Ella, que siempre está en nuestros pensamientos, que sea siempre la que nos ayude a pensar con claridad, desde la verdad de nuestro corazón.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es
