Recuerdo en mis tiempos de estudiante que solía planificar una agenda en las vísperas del nuevo curso.
La agenda era para verla: por fuera llevaba todos los ídolos del momento y por dentro un plan estupendo de estudio, organización, disciplina y buenas intenciones.
Era una de las cosas que más me gustaba cuando se acercaba el momento de pasar de curso. Me preguntaba quiénes serían mis nuevos profesores, si algunos de los que ya tuve anteriormente también me darían clases ahora y, a pesar de gustarme el verano y de pasármelo muy bien en vacaciones lo cierto es que, llegadas estas fechas, lo más importante para mí era preparar mi agenda de septiembre.
Era tan valioso o más que los propios libros de textos, los nuevos cuadernos o los modernos bolígrafos con los que rellenaba la mochila.
Se convertía, a veces, en un diario en el que hacía mis anotaciones para luego pasarlas a mi diario oficial.
Desde aquella etapa hasta hoy han pasado algunos años y no he perdido mi vieja costumbre de hacer de septiembre el mes de la organización o reorganización de mi agenda.
Cada una de sus hojas suelo iniciarlas con una frase a la Virgen del Rocío, un buen pensamiento para el día y un objetivo a seguir.
Ahora veo a los jóvenes preparando el curso que comenzarán en unos días y, en mi agenda anoto con cariño: ¿tendrán ellos también su agenda de septiembre? ¿Estará la Virgen guiando sus proyectos?
Ojalá permitamos a Dios ser el centro de cada hoja de nuestras vidas, de cada meta a cumplir, de cada mirada que regalemos, de cada tema que debamos aprender. Con Él pastoreando los corazones siempre habrá una agenda donde la paz abunde.
Esa es la paz que deseo para todos los que ahora dan un paso más en su formación.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es