Escalar una montaña es una satisfacción para las personas que realizan esta práctica. Conquistar alturas, cimas sin nombre y picos que parecen inalcanzables se convierten en nuevos retos para el escalador.
Nosotros ya hemos comenzado a escalar el primer mes del año, del que solo se cumple hoy su día número 10. Tenemos posibilidades a nuestro alcance: somos libres de quedarnos contemplando la altura o de intentar llegar a la cumbre y, sin embargo, ambas cosas son necesarias, porque lo que se contempla con asombro es lo que realmente termina deseándose con pasión.
Ahora es buen momento para contemplar lo que queremos, pero también para comenzar nuestra escalada.
Cada dificultad superada se convierte en un éxito y cada éxito te abre una puerta nueva a otra conquista, a otra lección de superación.
Cuando queramos escalar no hay que mirar al suelo, no debe pensarse en la caída al vacío a través de los precipicios que se dejaron atrás. Desde arriba nos miran los ojos de la Virgen del Rocío: ¡Miremos arriba! Ninguna ayuda en el mundo, ninguna herramienta se asemeja a su Amor, ayudándonos en el camino y protegiendo nuestros pasos. Cuando lleguemos a Ella, nos mostrará, de nuevo, otra montaña por la que podemos seguir subiendo para encontrarnos con la mirada del Pastorcito.
Con la Virgen y su Hijo a nuestro lado, con sus ojos en la cima del corazón, podremos escalar cualquier montaña y al llegar arriba respiraremos tranquilos, agradecidos de no habernos quedado a mitad de la aventura.
¡Que ello nos haga felices cada día!
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es
