miércoles, mayo 14, 2025
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Todos distintos y todos iguales

     Hay muchas cosas que me gustan del Rocío, aunque también podría decir que me gusta todo. Pero si hay algo que está por encima de las demás, aparte de la Virgen que es lo máximo para los rocieros, eso sería que en El Rocío todos somos distintos y todos somos iguales.

     Allí llegamos cada uno de nuestro padre y nuestra madre, cada uno con sus historias, cada uno con una Hermandad que viene de este pueblo o de aquel pueblo o de tal ciudad, con los colores de sus Simpecados y cordones de las medallas, pero con todas esas “distinciones” somos exactamente iguales ante la Virgen.

     Allí llegamos con alegrías, con preocupaciones, con familia, con amigos… Llegamos con la experiencia de un golpe de años conociendo el Rocío o por primera vez para conocerlo, y llegamos con las costumbres de la tierra en las que vivimos, pero al principio y al final, somos todo iguales.

     La Virgen no tiene miradas distintas para sus hijos. Tiene mucho amor para darnos cuando estamos contentos y tiene mucha paz para darnos cuando estamos hechos polvo. No se fija en la ropa con la que llegamos, en el diseñador o diseñadora que hizo el traje de corto o de gitana con el que rezamos en su reja, tampoco se fija en quien dice los vivas mejor o peor… Ella se fija en nosotros por dentro, le gusta fijarse en lo que lleva el corazón cada hijo que le está rezando. Tenemos distintos ojos, distinta altura, distintas medidas, distintos trabajos, estudios, cultura o situaciones, pero allí somos todos iguales. Y eso es una de las cosas mejores que he aprendido yo en El Rocío, el poder que tiene la imagen de la Virgen que nos invita a todos por igual.

     Sería una maravilla que eso continuara también en el día a día de la vida, todo el año.

Periódico rociero 

Manu Rey / Alcalá la Real

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