No sé ustedes, amigos lectores, pero desde que empezaron a caer las primeras lluvias, que siguen sin darnos tregua, no se habla de otra cosa.
Ahora que la ola de frío empezaba a remitir, el Atlántico sigue abriéndoles las puertas a nuevas borrascas y no hemos terminado de despedir una, que ya hay otra en cola esperando a hacer su entrada.
Ayer forcejeé con el viento, le planté cara, él tuvo suficiente fuerza como para romper mi paraguas, uno de los que más me gustaban, y tal como se desprendieron las varillas cesó el viento y empezaron a caer cortinas de agua. No sabía yo que el viento era tan juguetón, pero en lugar de enfadarme, -que hubiera sido lo más lógico en mi caso-, me lo tomé a risa, (por unos instantes me sentí “Mary Poppins”), y hasta me atreví a hablarle: “Mira qué gracioso eres. Ten cuidadito conmigo que como te descuides cierro el paso del Estrecho y no te dejo ganar la siguiente batalla”.
En medio de tan curiosa conversación, -porque me pareció que me respondía y todo-, me sentí sobrecogida por un instante de paz, en pleno chaparrón, sin nada para cubrirme, porque el paraguas fue directamente al contenedor de la basura, pero feliz de poder atravesar la vida, incluso cuando te sientes desprovista de todo en medio de un temporal y hasta percibiendo la sonrisa del viento con sus silbidos.
Llevar a cada situación una sonrisa es siempre un acierto. Desconozco las situaciones de los que hoy me leen: no sé si en vuestros hogares hay borrascas, si en la puerta tenéis una tempestad aguardando, o si ya han empezado a teñirse de blancos algodones las nubes oscuras y negras… Pero, amigo, vamos a sonreír, que se nos vea el sol en el rostro, aunque se rompa el paraguas, aunque te sientas desprotegido, aunque tu corazón se sienta cansado de tanta riada…
Algo bueno debe tener la sonrisa cuando la Virgen del Rocío y su Hijo la utilizan para aliviar al mundo de sus penas y darles a tantas personas el consuelo.
No olvidemos aquello de “A mal tiempo buena cara”, que el sol siempre está ahí, aunque ésta vez se haya escondido a nuestros ojos durante días seguidos. Pero saldrá de su escondite y volverá a llenar de luz nuestras vidas.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.e