Las lecturas de la Misa de hoy, día del Señor, son una enseñanza que no deberíamos perder de vista.
Si bien merecen atención la primera y la segunda, me van a permitir que, para este artículo que se me pide para Periódico rociero, yo me centre en el Evangelio.
Las veces que el Evangelio nos habla de María, siempre son para dejarnos enseñanzas muy claras, nos marca el camino y traza una flecha hacia la dirección correcta.
Hoy el Evangelio nos habla de las bodas de Caná, una lectura amena, quizá de las más conocidas por aquel milagro, el primero de todos cuantos después siguió haciendo Jesús, por la transformación del agua en vino.
Una fiesta esperada, la de una boda, sufre un imprevisto del que María, nuestra Madre, se percata de inmediato, y con esa misma rapidez busca acertadamente la solución.
Ella le traslada a su Hijo lo que ocurre, y Él, responde aquello de “¿qué tengo yo que ver contigo”, que no es precisamente una respuesta de desprecio a su madre, sino más bien de quitarle importancia al asunto, de decir “¿y eso qué tiene que ver contigo, con nosotros?”.
A pesar de la respuesta, María no titubea un solo instante, se mantiene firme en su propósito, permanece sin dudar a la espera de la actuación de Jesús. “Haced lo que Él os diga”, le dice a los sirvientes.
Y en aquel mismo instante, ya no hay más vuelta atrás. Jesús actúa: “Llenad las tinajas de agua”. Y obedecen. Y lo hacen. Las llenan hasta arriba, seis tinajas de unos cien litros de agua cada una.
Después, el mayordomo sirve el agua convertida en vino, el mejor vino que jamás probaron.
¿Qué enseñanza o enseñanzas podemos extraer del Evangelio de hoy?
Los milagros, los prodigios se producen cuando no se titubea, cuando la fe nos lleva a decir “Hago lo que tú me digas”, porque así me lo enseñó María. Creo que lo vas a hacer, porque así me lo enseñó María.
Esa fue la primera señal de muchas otras que el Señor sigue realizando. El momento de su revelación, y nunca podemos olvidar que fue gracias a la intervención de la Virgen.
Periódico rociero
J.Ruiz / S.J.
