martes, febrero 18, 2025
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Tomar el rumbo

Dice un refrán que “no hay mal que por bien no venga” y yo, a veces, me pregunto si, incluso esos “males” podrían evitarse para que el bien llegue de todos modos.

Han pasado las fiestas navideñas: Se marcharon las luces artificiales, las bombillas de colores, los espumillones del árbol de Navidad, las bolas y los papeles dorados. Todo vuelve al lugar de siempre, al trastero, al altillo del armario o al desván.

Mis sensaciones para con estas fiestas, sorprendentemente, son distintas cada año. ¡Y no será porque no me guste la Navidad! Todo lo contrario. Son fechas entrañables en la que toda una marea solidaria parece cubrir los corazones, se prodigan los encuentros familiares y se disfruta por el mero hecho de estar juntos.

Para otros, esos encuentros son temidos y nada deseados. Para algunos –por desgracia más de los que pensamos-, son días en los que se experimenta más que nunca la llaga de la soledad.

Este año, para mí, ha tenido de todo un poco. Mezclas de alegría y de tristeza, de recuerdos y de actualidades, de añoranzas y de agradecimientos… Los sentimientos han estado a flor de piel, y por momentos he pensado que el vacío iba a poder más que aquello que me llena.

Pero ya pasó la Navidad. Pasó y ahora es cuando yo no quiero que se vaya. Quiero que la Navidad me ayude a tomar de nuevo el rumbo de mi vida, que siga viva en mí la necesidad de estar con aquellos que más lo necesitan, que me impulse a ser solidaria cada día del año, que me quite esta pesadumbre que siento sobre los hombros de temor y cansancio.

Tomar el rumbo es centrar otra vez la mirada en los ojos de la Virgen del Rocío, buscar en ellos la luz y abandonarse en sus manos para que dirija los pasos de nuestras vidas. Es seguir creyendo, pese a todo, seguir confiando en que la Fe sí sirve, que creer sí vale, que la confianza tiene, antes o después, su premio.

Que el rumbo lo marque el Amor, y el Amor reine desde este mismo instante en todos y en todo. Ese Amor que abunda, ese Amor que jamás pasa, ese Amor que siempre se queda.

Francisca Durán Redondo

Directora de periodicorociero.es

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