Apurando el tiempo, rescato esta editorial de septiembre de 2019, con motivo del 15 aniversario de periodicorociero.es – Periódico digital rociero. Su título “Dos semanas en Almonte”, hace alusión al tiempo que entonces cumplía la Virgen en su pueblo tras su traslado desde El Rocío. ¡Quién nos iba a decir que se iba a prolongar tanto su estancia en la parroquia de la Asunción!
Espero que sea del agrado de nuestros lectores.
Han pasado en un abrir y cerrar de ojos dos semanas. Las dos semanas que la Virgen del Rocío lleva en su pueblo de Almonte.
En mi corazón, rescato todo lo vivido, esas cosas que no son capaces de capturar las cámaras de fotos, ni los videos de los dispositivos móviles. Rescato los sentimientos compartidos, los míos, los de mi gente, los de personas con las que he podido hablar y, una vez más, darme cuenta de cuán importante es para Almonte que la Virgen esté a unos pasos de su casa.
Sé que muchos que vivís a miles de kilómetros, cuando leáis esta editorial, podríais pensar que de Almonte al Rocío solo son tres leguas de camino, y que cualquier día es bueno para escaparse a ver a la Virgen. Pero lo cierto es que la Virgen está en su pueblo, del que es Patrona, al que pertenece porque así lo ha querido Dios. Un pueblo que presume de Ella por donde va y que lleva a gala quererla como la quiere, defenderla como la defiende y ser fieles cumplidores de tradiciones que, por siglos, se han mantenido intactas en su historia de amor con su Virgen del Rocío.
Han pasado dos semanas, y la Virgen ya ha visto pasar por delante suya a niños que en su anterior traslado, aún no habían nacido. Ha visto llegar a los jovencitos que ya han sabido lo que es estar bajo sus costeros en ésta última venida. La Virgen ha visto llegar a los mayores que ahora tienen más canas en el pelo y más arrugas en su cara. Ha vuelto a escuchar de los labios de todos los que se acercan a verla “Qué alegría tenerte aquí. ¿Volveré a estar cuando vuelvas dentro de siete años?”.
Han pasado dos semanas en los que la plaza ha aumentado su clientela, porque pasar por sus puestos ha sido la excusa perfecta para hacer la paradita en la parroquia. Dos semanas en las que aquellos que no viven en el centro del pueblo, tienen el mejor motivo para frecuentarlo a diario. Dos semanas de rezos de Salves, de silencios repartidos por la Iglesia en cualquier banco, de miradas que lo dicen todo, de lágrimas de alegría, de desahogo de penas en la que es inagotable consuelo.
Han pasado dos semanas desde que la Virgen llegó al altar de la Asunción, llevada a hombros de los suyos, que son la mejor muralla para que Ella siempre esté protegida. Mecida entre el fervor de quienes se dejaron el alma en sus gargantas para piropearla en su recorrido, removiendo las entrañas de los que creyeron que podrían estar sin Ella pero, en cambio, al verla, rompieron a llorar arrepentidos dándole la bienvenida.
Queda todavía por delante, sí, pero ojalá el tiempo no pase tan rápido, ojalá las horas se vuelvan lentas para retener esa imagen de la Virgen pastoreando a su rebaño, llenando de luz las almas, atrapando para sí a corazones que se quedan enganchados a Ella para siempre tal como la miran, pasando días y noches haciendo creer a su pueblo que la cuida, cuando es Ella la que nunca, nunca en la vida, lo ha dejado ni lo dejará de cuidar.
Francisca Durán Redondo
Directora de periodicorociero.es